lunes, 24 de agosto de 2009

Mercat de Sta Eulalia

Que lejos está ésta foto, de los recuerdos que guardo del viejo mercado, todas estas tiendas no existían, en su lugar, a las puertas del mercado, que eran cuatro y son , en la de la calle Anselmo clavé, estaba el andaluche, con toda su cacharreria y cazuelas de barro, el de los hilos y en la misma puerta de entrada, la vieja florista, con sus barreños atiborrados de ramos de claveles, y alguna que otra rosa,
El alpargatero, que venía del barrio de la bomba, situado al otro lado de la gran vía, en mitad de los campos, un enorme nucleo d barracas y muy cerquitq, el Melitón, con su enorme huerto de flores,sobre todo lirios blancos, recuerdo ir con mis amigas, a comprar flores en el mes de mayo, para llevarlas al colegio y hacer el altar a María, sobre todo en las Carmelitas, el altar era en el patio, y desde las manos de la Virgen, hasta el pié del altar, salian unas cintas de colores, en ellas una pequeña paloma, con el nombre de cada niña, cada día daban un pequeño paso ascendiendo hacia la imagen.
Todas las palomas subian a pasos agigantados, la mía y dos más, se quedaban quietas, y no es que fueramos malas, nuestro defecto, era ser hijas de los vencidos.
Todo ésto cambió en el Casal, allí no había palomas, solo flores, que entre todas poniamos a los pies de la Santisima Virgen, nada importaba la ideologia de nuestros padres.
Pero hablaba del mercado,, junto a la plazoleta, el estanque, la sorra (arena) en un centro que formaba las esquinas del jardin, poblado de adelfas y suave hierba, más tarde plantarón pequeños árboles y los dos bancos de madera y hierro, uno rente al otro.
En el estanque los peces de colores, que mi vecino Sepi pescaba con cariño, para dejarlos alli, daban un toque especial al pequeño parque, cuántos remojones, no me daria, antes de ponerle la valla metalica y...cuantos palos a consecuencia de ellos, pero eso ya está olvidado y a pesar de todo, esos toques daban, felicidad a mi niñez.
Una infancia, no ,menos dura que la de otros niños, pero si muy infeliz.
con escasamente diez años, aquellos jardines, fueron testigos mudos, de como cuidaba de mi querida Vita, mi madre tenía que trabajar y yo la sacaba cada día al volver de la escuela, con mi chaqueta de angorina, que la señora Rosa tejió con tanto cariño y las llaves colgando de mi cuello en una cinta azul de raso.
Por desgracia, todo aquello no volverá, tan solo en mis recuerdos, que son lo único que me quedó de aquellos años.
Vita, creció y...la "teta" aquella hemana que la cuidó con el mayor cariño, quedó vagando entre la adelfas de la plazoleta, a estas alturas, ni un hola, ni un beso, creo que los agotó todos siendo niña.
Mientras viva, no olvidaré como se aferraba a mis piernas, cuando alguien se le acercaba, ni tampoco ,cuándo ya tenia 8 años, me cargaba con todas las culpas, sbiendo que yo me llevaria los palos, ella...era intocable, nadie nunca le regañó, claro que...todos los desaguisados, los hacía yo.

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