sábado, 21 de noviembre de 2009

Llegada a Barcelona


En el año 53 cuándo apenas contaba 4 años, hice mi primer gran viaje, recuerdo que todo era ilusión para mí en aquel momento, me sentía feliz, iba a cambiar, a viajar en ¡un tren! conocería a mis primos, los otros, los que vivían en Barcelona.
¡Barcelona! que alegría, mi madre decía que tenía más casas que Baños y...eran muy grandes, me contaba que mi casa no tenía patio, pero...tiene una terraza preciosa, con un lavadero, allí podrás jugar con los primos.
El agotador viaje, culminó en una enorme estación, grandes cristaleras enmarcadas en elaborados hierros, no se veía el sol, pero entraba la luz.
el trasiego de gentes era enorme, las mujeres con enormes cestas de las que sacaba la cabeza algún que otro pollo adormilado por el largo camino recorrido, dentro de los capazos.
recuerdo a mi madre, delgada alta, vestida de riguroso luto, cargó en las caderas las maletas, yo solo llevaba la cesta de la comida y la manta de mi abuelo, que me sirvió todo el viaje para dormir en el hueco que quedaba sobre la puerta de entrada al compartimento, yo creo, que nos subían allí a los niños para que no nos viera el revisor, y ...así ahorrarse el billete, pero no era mi caso, mi billete me lo había pagado mi tita pepa y mi prima Antonia el enorme papelón de caramelos, me los compró en el bodegón. ya en el andén, mi madre buscaba ávida, la figura de mi padre, tenia que estar esperándonos.
yo no apartaba la vista de mis caramelos ni del billete del tren, pues me había dicho mi prima, que si no estaba a gusto, que con ese billete podría volverme al pueblo, ¡que ilusa!
¡Mis caramelos mi billete!, grité al verme en brazos de un hombre muy grande, que me abrazó como si me conociera, llore, pero...lloraba por mis caramelos que se habían caído en aquel suelo gris y sucio.
El tío pedro te comprara más caramelos, no llores que nos vamos a casa.
Mi padre no fue a esperarnos, estaba trabajando, ¿mi tío no trabajaba?
necesité años para comprender tantas y tantas cosas...
Salimos a una gran avenida, mi madre con una de las maletas y cogiendo mi mano, se dirigía en una dirección, ella conocía Barcelona, había vivido allí de recién casada, mi tío la detuvo, espera Isabel, el señor José nos espera está ahí, con la catalina.
Todos se rieron de mí, cuándo pregunté, tío… ¿donde esta Catalina?
aquí ¿no la ves? no, no la veía allí solo estaba el señor José delante de un coche que parecía de muertos, con un morro bajito y una caseta cuadrada encima...
Subimos todos a la catalina, que por cierto…no era una señora si no, el coche del vecino.
Ven ponte en la ventanilla y así iras viendo cosas, pasamos por otra avenida esta más ancha que la de la estación, ¡las colas! grité como loca, y entonces fue mi madre quien soltó la primera carcajada, no nana, no son las colas, es el mar, enseguida intervino mi tío, mañana domingo, vendremos a la playa y verás como te gusta.
No yo no quiero ir a la playa, quiero ir a las colas, el mar es más bonito hija, decía mi madre, hay arena y conchas y…hasta algunas veces peces que saltan en la orilla.
No, a mi no me interesaban los peces ni la playa, yo quería volver a mi pueblo, irme a las colas y a las olivas con mi tito Antonio, beberme la leche de las cabras por la mañana y correr cuesta abajo, cuando los mulos la subían cargados de aperos y mi tío muchas veces detrás, subido en la borrica.,
Las hermosa avenidas y anchas y largas calles de Barcelona, se habían quedado atrás, enfilábamos una estrecha carretera con casas a ambos lados, tan estrecha que daba la impresión que se podían dar la mano desde los balcones, los vecinos de una y otra cera, al final llegamos a un control, eran los burots, el limite de la capital, con hospitalet, allí unos hombres como el municipal de mi pueblo, miraron los papeles que les enseñó mi tío, toquetearon las maletas, y por fin dijeron vale…pasen,
Ya estábamos en casa.
Estabamos delante, de un alto edificio, dos tiendas a los lados y en el centro, una puerta, daba paso a las escaleras, que conducian a los cinco pisos de altura.
La primera tienda, despedía un rico olor a chacinas, nosotras nos detuvimos ante la segunda, con un desagradable olor a carne fresca.
Mama, si traemos chorizos y lomo que ha puesto la tita pepa, ¿para que queremos carne?’ no hija, no vamos a comprar carne, aquí está nuestra casa.
Mi casa, un enorme y lúgubre pasillo, con puertas a un solo lado, la ventana que daba luz, ni siquiera mi madre alcanzaba a abrirla, la del comedor daba a la carnicería y también estaba muy alta, mira aquí dormirás tu, todo el cuarto para ti sola, pero…si no puedo asomarme a la ventana, no hace falta es solo para dar luz, si si, luz, y todas las porquerías que tiraban los vecinos también daban, los vecinos le llamaban el ”pozo”, pues a pesar de ser cuadrado y rodeado de verja de hierro, daba la impresión de un pozo por estar por debajo de los terrados, en su suelo, se alzaban unas ventanas, las de los lados rectangulares , y algo estrechas y las dos del frontal, que daban a los pasillos de las casas eran también rectangulares pero mucho más altas, el “pozo” era el patio de luz para las viviendas, que tenían las dos tiendas de la planta baja
No tardaron en entrar dos mujeres, hablando raro, eran mi tía y su madre, mi madre pregunto por los chiquillos, y las dos a coro respondieron, el pepe en el colegio, Juan como siempre por ahí estará con la bicicleta.
mira nana, dijo mi madre es la tía Amalia y la abuela de los primos, la señora merçe, si pero…cuando nos vamos a casa, pregunté yo, mi tía respondió muy seca, niña ya estás en casa, olvídate ya de tu pueblo, aquí serás una persona, ¿mi prima Antonia no era persona? ni mis primas, la Francisca, la paulina la Tere, ninguna? ni mi tita pepa ni mi tito Antonio, ni la pincha, ni dolores, ¿Quién era persona?
La abuela me acurrucó diciéndome, cariño, esta es ahora tu casa y nosotros tu familia, yo soy la yaya, si quieres también la tuya, cierto, desde aquel momento y hasta su muerte con 93 años, fue mi abuela, cuantas veces seria mi paño de lagrimas.

sábado, 14 de noviembre de 2009

El día más largo


El día más largo

El verano empezaba a tocar a su fin, pero el sol se estrellaba en la cal blanca de las casas, apenas levantaba unos centímetros del suelo y mis pequeñas manitas se aferraban con fuerza a los hierros de la ventana.
No podía creer que tenía que dejar todo aquello, mi casa, mis cabras, las gallinas del corral y hasta mi vieja muñeca de trapo.
Me la hizo mi prima, tenía bordados los ojos y la boca, no tenia nariz, pero sus pelos de largos trozos de lana negra le daban un toque especial y...tenía que dejarla, llevábamos demasiadas cosas decía mi madre, se te va a perder y luego llorarás, déjala y la tendrás cuándo volvamos.
¿volver? ¿iba a volver?
La vieja "pava" nos esperaba en la carretera, iba cargada de gente y bultos, ¿todo el mundo se iba a Barcelona?, que ilusa, no, no se iban a Barcelona, las únicas que se iban éramos nosotras, mi madre y yo.
Aquello me parecía tan injusto, que pregunté a mi madre, Mama, ¿porque tengo yo que irme? ¿no puedo quedarme con la tita?
Fue rotundo el no, casi me dejó sin ganas de seguir preguntando.

El viaje hasta la estación lo hice en silencio, mi madre tampoco tenia muchas ganas de hablar.
Rompí mi mutismo al ver el tren que se acercaba lento a la estación, para mí era toda una novedad jamás había visto una pava tan grande y además con las ruedas de hierro, me corrigió mi tía diciéndome, no es un coche cariño, es un tren, por eso tiene tantos vagones y las ruedas de hierro, venga que os acomodo en el vagón, que no tardará en salir, mi tía quería aparentar fuerza, pero la verdad es que nunca la había visto tan triste.
al subir al dichoso convoy, me quedé perpleja, tenia un zaguán como las casa de baños, la mía no tenía porque si no, no podrían entrar las cabras hasta el corral, pero si que lo tenía la de mis abuelos y después un portal grande con pilistras y una silla muy larga de palitos pequeños y enea, yo no vivía en aquella casa y no se porque, tampoco querían que fuera, nunca lo entendí, ¿porque no podía jugar con mi prima?
Después de lo que yo le llamé zaguán se abría una puerta a un largo pasillo y a un lado mas puertas, que eran como cuartos muy chicos con unos largos asientos a cada lado y en medio una ventana grande.
Por encima de los asientos una reja para dejar los bultos y maletas, allí colocaron mi madre y mi tía las pocas cosas que llevábamos y nos sentamos las dos mi madre y yo, mi tía le dejó una cesta a mi madre en la falda, me dio un abrazo como sino me fuese a ver más y llorando se bajó del tren.

domingo, 1 de noviembre de 2009

camino


Llueve en mi rostro,



mientras mi alma,



evoca sentimientos,



poso mis pies,



en tierras de lamento,



y elevo al cielo,




la luz de mi mirada,



siento deseos de recordar la nada,



tocando el tiempo tan solo con mi voz,



dobla el ciprés, la punta de su espada,



al suave toque, del viento en el otoño.



Angosta, estrecha, la senda que separa,



el tiempo vivo, de la espera inmortal,



Todo es silencio, en la tierra callada,



ni el dulce aroma, los logra despertar.



al polvo han ido, los sueños y quimeras,



la tierra arropa, la vida de un ayer,



luchas de clases, y guerras sin fronteras,



odios eternos, buscando amanecer.



Ya todo duerme,



quizá busquen la espera,



de un paraíso, que alguien prometió.



sigue soplando el viento en los cipreses,



vuelta al camino, del odio y del amor.



Llegará el día, que deba recorrerlo,



llegaré libre, de penas y dolor



y veré entonces, lo inútil de la lucha,



ya nada me hará falta, ya todo terminó



quisiera en ese día, encontrarme otra vida,



donde no existan odios, ni penas ni rencores,



donde aniden las cosas,



que nacen del amor.



donde el hombre sea libre,



y la vida camine desnuda de mentiras,



sembrada de ilusiones,



donde pueda encontrarme,



con un mundo mejor.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Cartas a mi Madre




Hoy madre, se acabó la feria, bueno…

que voy a contarte que tu, no sepas.

Tú, si que viste a la Virgen pasear por el camino,

entre romeros y floresy engalanada de lirios,

seguro, que se ha parado, en el cruce del camino,

solo por mandarte un beso y…para enseñarte al Niño.

Ya se madre, que no puedes, salir del blanco recinto,

pero…La Madre Divina, te regala su cariño,

por ¡tantos años de lucha!Por ¡tantos días de olvido!,

y yo, que tanto te quise, te mando hasta el cielo

un guiño y aquel poema chiquito, que te escribí en el exilio.
¿Te acuerdas madre querida?

Cuándo acogiste a mi niño ese niño que ahora, es hombre,

¡cuántos besos! ¡Cuánto olvido!

Le cambiabas los pañales, con esos dientes de armiño,

que se ha comido la tierra, que ya están, en el olvido.
Todas las noches de luna, yo me asomo a la ventana,

aquella que tantas veces…a ella tú te asomaras.

dime Nana si esta luna, es la de Juan de las vacas,

madre…la luna siempre es la misma, aquí y en Juan de las vacas.

y mohína te escondías, a un lado de la ventana.

Aquella luna no era, ni por asomo la misma que te inspirara,

debajo de los olivos, al cantarme aquellas nanas.
¿Te acuerdas madre? el cortijo, si, el de las doñajuanas,

cuándo maté tantos pollos, pidiendo que se sentaran,

porque…se come sentado, me lo ha dicho a mí, mi mama,

y aquel camino hasta el pueblo, sin botijo o damajuana,

seca por dentro y por fuera, con sol con frío o escarcha,

solo porque yo, pedía unas góticas de agua,

yo no podía beberla…tú tampoco la probabas.

o…cuando en junio aquel rayo, cayó en mi pierna,

yo estaba sentada en el lavadero, y al ver que relampagueaba,

te pregunté… ¿dime mama, a la gente por la calle,
si les cae uno, los mata?

y con más miedo que fuerza, me cogiste en volandas,

para entonces…ya la chispa, quemó mi pierna y tu alma.

Y, tantas noches despierta, para que no la doblara.

¡Cuánto martirio sufriste! Por mí y…por toda tu casta,

ni un minuto de alegría, creo que tuvo tu alma.

solo tu feria, tu orgullo, tu Virgen fue tu esperanza,

por eso te escribo madre,con lagrimas esta carta,

que aunque nunca te lo dije...te llevé siempre en el alma.

Y si te fuiste de mí…aquí, quedo tu esperanza.

que sigo siendo andaluza, madre, aún…viviendo catalana

lunes, 21 de septiembre de 2009

El rayo


Apenas tenía cumplidos los siete años, ya me sentía totalmente integrada en aquel nuevo mundo, ¡tan diferente del que quedó atrás¡, pero era mi nueva vida, mis sierras, las colas, el cortijo,todo quedó atrás, aunque permanecía vivo en mi memoria.



Es increíble que un niño, recuerde durante toda su vida, sus primeros años, más cuándo había sido una estancia tan corta, apenas tenía cuatro años, cuándo arrancaron mis raíces para implantarlas,en una nueva tierra.



El hecho de haber creído , que aquel viaje no era para siempre, seguro me ayudó a no olvidar y guardar en lo más intimo de mi ser, mis raíces.


Era Junio, la víspera de San Antonio, mi madre había estado todo el día trabajando y yo, como niña, me lo pasé jugando en la plazoleta, imaginaros como acabé, llena de tierra por toda partes.


No teníamos cuarto de baño y por no molestar a mi abuela, como el tiempo lo permitía, mi madre decidió, subir al terrado para lavarme en el lavadero, serían las ocho de la tarde, mi padre se había ido desde el trabajo, al dentista, así que estábamos solas en casa.


Sentada en la piedra del lavadero, empezaron a caer unas finísimas gotas, y el cielo empezó a oscurecerse, pequeñas ráfagas de luz lo iluminaba, y en algunos segundos, se oía un estruendo, pregunté a mi madre,


mama, ¿ que son esas luces y ruidos?, me contestó, eso son truenos, se acerca una tormenta de verano, continué, entonces...¿eso hace daño?, ¡claro hija¡ si te cae encima.


Seguí insistiendo, y...a la gente que va por la calle, ¿le puede caer uno?


pues sí, me contestó


y la mata, insistí


nana cariño, claro que la puede matar, pero, aquí hay para rayos, en la fábrica de hielo.


Asustada, le dije, mama, vámonos, que no quiero que me mate uno.


Mi madre, reaccionó rápido, me cogió en brazos y en aquel momento, sentí como si me pellizcaran, ay, me ha pellizcado, pero mi madre, seguía directa a las escaleras, que bajaban hasta la cocina, comentando, ni siquiera te he secada y vas chorreando.


No era agua, al llegar al pequeño rellano de entrada a la casa, con la luz de la cocina, vio ciertamente que no me había dejado mojada, ¡era sangre¡


El grito terrible de mi madre, alertó a los vecinos, que de un solo golpe, abrieron la puerta cerrada con llave, los primeros en llegar, fueron Oscar y Jordi, me cogieron en volandas, y corrieron hasta la Alcaldía, que estaba en la carretera de santa Eulalia, a unos seiscientos metros.


Detrás y casi ahogando se, llegó Pepe, mi primo mayor, estaba enfermo del corazón.


En pocos minutos, llegó el Doctor Badía, que era el médico del barrio, al ver mi rodilla casi destrozada, limpió la herida y pidió que me llevasen al Hospital Clínico.


Más de un año pasé, con la pierna entablilla da, entonces no existían tantas cosas como hoy, y mi abuela ideo, con las tablas de las cajas de plátanos, que entonces venían así embalados, y con unas corbatas del abuelo, para envolverlas, sujetarme la pierna, para que no la doblase.


Creía, que lo más doloroso para mí, había sido salir de mi pueblo.


En Noviembre de aquel mismo año,comprobé que no, mi tete, después de mi accidente, empeoró de su enfermedad, y con solo diecisiete años, nos dejaba, fue un Domingo, mi tía , la abuela y mi madre,estaban en misa,, mi tío Pedro, solo hacía una hora que había llegado del trabajo, pues tenía turno de noche, cuándo decidió irse a la cama, se encontró a Pepe, intentando incorporarse, pero ya sin fuerzas, lo último que dijo, Papá, cuida a la nena.


Nunca, quisieron decírmelo, pues su muerte, me afectó sobremanera, cuándo ya tenía diecisiete años y con novio, para casarme, mi tía me lo contó, más adelante contaré esta historia, la relación de mi noviazgo y mi primo.

domingo, 30 de agosto de 2009

La bicicleta


No recurdo exactamente que edad tendría, no pasaba de los diez seguro.



desde los cinco años, mi única ilusión al llegar los Reyes, era que me trajesen una bicicleta, pero unas veces por unas cosas y otras por lo contrario, nunca llegó.



Aquel año, a mi amiga, si se le puede llamar amiga, a una niña de un nivel social, superior y que lo único que haciamos juntas, era jugar en la plazoleta, cuando ella iba al mercado con su madre, para recoger la recaudación de la parada, o los sabados, que su madre también vendia con la dependienta.Como decía, a Mariona, le trajeron los Magos la bicicleta, ! mi sueño de años¡



Se paseaba ufana, con su madre al lado, porque ella tenía lo que yo tanto desee.



¿que te trajeron los Reyes? me preguntó su madre, no supe que contestarle, la verdad...aquel año ya era el segundo, que sus majestades, se olvidaban de mí, insistió María, ¿te han traído la bici?, entonces sí respondí, no, no les quedaban,mi madre dice, que se les agotaron y que seguro el año que viene me la traerán.



Si la hija se sentía superior a los demás niños, la madre lo era aún más y me contestó, con su falsa sonrisa; Cariño, es que tú has sido mala, por eso los reyes no te dejan nada, mira, mi Mariona, cada año le traen todo, porque es una niña buena.



Mi reacción fue la de cualquier niño, salí corriendo a mi casa, a contarselo a mi madre.



Nunca olvidaré su reacción, al verme llorar y oir de mi boca repetidas las palabras de María Se quitó el delantal, alisandose el pelo con las manos,, apagó el fuego en el que estaba cocinando, y con una rabia, que jamás había visto en su cara, salió hacia el parque, llevandome a mí casi arrastras.



Al llegar donde se encontraban, madre e hija, parecía haberse calmado y con una falsa sonrisa de oreja a oreja, le dijo a la niña,! que bici más bonita¡ ¿te la han traído los reyes?, claro, contestó la madre, antes que la niña, pero esta añadió, a nana por mala no le han traído nada.



Ahí quería llegar mi madre, a oirlo ella de sus propias bocas, pues la madre, ratificó las palabras de la hija.



La recuerdo, rubia, delgada muy alta, guapisisma, al lado de María más bien regordeta y no demasiado alta, eso sí, los cuadros de murillo, tenían la misma pintura que su cara, aunque era una mujer atractiva y siempre muy arreglada, yo nunca ví bien que las mujeres se pintaran la cara, con los años, fuí yo la del cuadro jeje



Pues no cariño, no son así las cosas , le dijo mi madre, enseguida intervino María, viendose venir la tormenta, No quería decir eso Isabel, a lo que mi madre le dijo, no quería, ni tú tampoco, pero lo habeis dicho.



Y ahora voy a ser yo quien le diga a esta niña tan buena, tan rica y tan mal criada, porque a ella le han dejado la bici y a mi nana no.



¿Sabes Mariona?, tu mamá tiene una parada y es la dueña, yo, soy dependienta, en la parada de la abuela de nana, tu abuela, tiene mucho dinero, los abuelos de nana, por desgracia ya murieron, y estos que tiene son postizos, pero la quieren más que si fueran como los tuyos.



Así que...espero me entiendas, pues ya tienes edad de saber las cosas, a tí, te compró mamá y papá la bici, pero como nosotros no tenemos dinero, nana no tiene bici, ¿lo entiendes?



Que los Magos eran de Oriente, y allí se quedaron, cuándo nació el Niño, así que dejemonos de pamplinas, y si tu eres muy buena, mi nana, MÁS, en dinero...tu mamá...MÁS.



María, nunca le perdonó a mi madre aquello, pero creo que mi madre,tampoco pudo nunca, perdonarle los desaires que me hacían, esa fue la gota que colmó el vaso y bien que le pesó despues, pero como decía, ya está hecho y la niña tiene diez años, muy grande pa Reyes.



Pero yo sé, que siempre le dolió su reacción, los niños...son niños




Mamá, yo quiero una bicicleta,
Cállate cariño, no me seas traviesa.
El año que viene, los reyes vendrán
Y la bicicleta, te regalaran.
El año pasó, los reyes llegaron
Y la bicicleta ¿donde la dejaron…?

No lo sé cariño, quizá se acabaron.
Pero…yo les dije que me la trajeran,
¿tu crees mamá que no he sido buena?
No es eso, mi niña quizá se acabaron.
De nuevo la niña jugaba y corría,
Igual que otros niños, soñó con tener
Una bicicleta y poder correr
Correr por las calles,
Montar a su gato y guardarla luego
después de un buen rato.

Pasaron los días volvieron los Magos
Y la bicicleta… ¿Dónde la dejaron?
Cariñito mío, tu lo has de saber
Los Reyes llegaron, solo hasta Belén
Y al Niño trajeron tres cosas de bien
Oro, incienso mirra y El…
Nos legó amor, el que día a día
Te ofrezco a ti yo.
No tengo dinero, no puedo comprar
Una bicicleta, para que mi niña, pueda jugar

Las lágrimas corren por su triste cara
Y ¡chilla! Y se ¡enfada!
No llores mi cielo, no sufras tu más
Que un día, la bici tendrás.
Pasaron los años y…se hizo mujer
Recordó triste los años pasados,
Cuándo feliz, esperaba a los Magos,
Veía a su madre, en casa sentada,
Contando el dinero, por ver si llegaba
Y luego d hacerlo…decirle con pena
¡ay chiquilla mía! Tu si, has sido buena,
Yo quisiera poderte ofrecer
Lo que tanto quieres, no puedo esta vez


1971 barcelona



jueves, 27 de agosto de 2009

1964, hospital de la Vall de hebrón


Vita tendría siete años y yo catorce, mi padre, trabajaba todo el día, tenía escasamente una hora para comer, al estar su trabajo casi que en la otra punta de Barcelona, no podía ir a casa a mediodía, por lo que mi madre, le ponía todos los días la fiambrera,(la comida o como dicen en mi tierra, la talega).




Mi madre,aunque no le quedase para ella, procuraba que a él no le faltase, y aún sabiendo mi padre, que no encestábamos nada, siempre le dejaba algo a mi hermana.




Ella acostumbrada, cada día miraba la bolsa y abría la fiambrera, lo cierto es que por entonces, era muy glotona, con el tiempo cambiaría.




Hacía dos días, que el médico le diagnosticó un ganglio justo detrás del lóbulo de la oreja y decidieron que había que extirparlo.




Tenían cita en Vall d' Hebron, para las 10 de la noche, y lo primero que les advirtieron, que la niña no tomase nada ocho horas antes.




Mi madre me dejó el encargo, ella trabajaba hasta tarde y la comida tenía que hacerla yo.




Aquel día, yo no fui a clase, y a las once fui a recoger a Vita, para darle de comer pronto y así no tenía que pasar tantas horas en ayunas.




En menos de un cuarto de hora estábamos en casa y le puse la comida, para que no tuviera tentaciones, me la llevé al parque, y de allí a pasear por la carretera de Santa Eulalia, mirando escaparates, se distraía, la niña era muy caprichosa, y sabía como conquistar me, consiguió que la llevase aquella tarde al cine victoria que hacían dos películas, como vi que podía verlas, accedí.




A las ocho de la noche, llegábamos a casa, a la vez que mi padre, me preguntaron que había comido la niña y cuando, les dije que lo que me dijo mi madre y a las once y cuarto más o menos.




Mis padres se arreglaron, y la niña se metió en la habitación, yo me puse a estudiar en la salita y como ya estaban mis padres, me desentendí de ella




Se marcharon al hospital y me quedé sola en casa, el tiempo me pasó volando, estudié casi tres horas seguidas, cuando sonó el teléfono.




Era mi padre, creo que las voces las oía sin teléfono a pesar de la distancia, no voy a repetir todo lo que me dijo, era demasiado fuerte, lo menos fue cuando dijo, a un correccional te mando, me tienes harto, no me dejó preguntar que pasaba, colgó.




Serian las doce y media cuando de nuevo una llamada, atemorizada cogí el auricular, no me salía la voz del cuerpo, era mi madre, ¡Dios¡ que descanso, Nana, soy la mama, oí decir, porque estaba tan asustada que ni reconocí su voz.




Tranquila cariño, que la nena ya está bien, enseguida vamos a casa, angustiada, le pregunté ¿que ha pasado? mi madre con una leve carcajada respondió; gracias a Dios, nada, pero ya te lo cuento cuándo lleguemos.


Eran casi las dos de la madrugada, no podía dormirme, con las luces apagadas, por si mi padre me regañaba , esperé sentada en la vieja mecedora, tenía frío y me arropé con el viejo ropón de mi abuelo, que ya se caía de viejo y de tanto uso.


El ruido de las llaves me alertó, sentí alegría y miedo a la vez.


Allí estaba, en brazos de mi madre, dormidita como si no hubiese roto nunca un plato.


Se la cogí a mi madre de los brazos y la llevé a la cama, le estaba poniendo el pijama, cuando abrió ligeramente los ojos, "teta" te quiero mucho, tapame, y se quedó dormida de nuevo.


Mi padre, sin tan siquiera mirarme, se marchó a la cama.


¿que ha pasado? pregunté a mi madre, ¡que susto hija¡ creíamos que se nos moría, cuando salió la monja del quirófano, como un energumeno, chillando me, ¡mala madre¡ ¿no se le dijo que no comiera nada la niña?


La niña, había aprovechado que yo me fui a la salita, para buscar en la fiambrera de mi padre y comerse, el trozo de carne que le traía, ¿quien iba a pensar, que en escasos minutos, se atiborraría?.


"Mamaica", sensata como siempre, dijo, la culpa es de José, a quien se le ocurre, sabiendo que la niña tenía que estar en ayunas.


Pero...para no variar, la culpa como siempre, de la muy zangana de la hermana, que no la cuidaba.


A mí, me compensaba cuándo me decía, "teta" no lo digas eh, pero te quiero más que a nadie.






martes, 25 de agosto de 2009

Los garbanzos



A veces pienso, que no soy de este planeta, que vengo de otros mundos des conocidos para el resto de seres humanos, mi forma de pensar, de reaccionar ante situaciones, que para algunos son de lo más normal, yo lo hago como si me fuera la vida en ello.


Doy mucho valor a la amistad, a la familia, sobre todo, a la familia, creo que es algo muy importante los lazos familiares, pero por desgracia, no tuve nunca una unión familiar.


Mi vida, estuvo siempre marcada, por acontecimientos ajenos a mí, pero que dejaron una huella perenne en mi persona.


No había cumplido cuatro años, cuándo cambiaron mi familia, mis tíos,mis primas y mi ambiente, por mis nuevos parientes, mi tío su mujer y sus hijos, y unos abuelos postizos.


Por esa parte, no me quejo, mis tíos y mis nuevos abuelos, me acogieron con mucho cariño, mis primos, mayores que yo , el menor diez años más, fueron como mis hermanos, pero a aquella niña, le faltaba el calor de los suyos y a veces, hasta quería que mi madre se pusiera enferma, pues así vendría mi tía y nos llevaría al pueblo, aunque solo fueran unos meses.


Recuerdo, tan solo tendría siete años, Una mañana muy temprano, tanto, que la luna todavía se veía en el cielo, íbamos mis dos primas y yo, con mi tía, camino de las ·Doñajuanas", para mí, aquello era nuevo, y no me molestaba el madrugón, ni tampoco el trabajo que tuviese que hacer, tampoco tenía mucha idea, de lo que me esperaba al llegar a la finca.


Las tres, íbamos contando adivinanzas por el camino, yo me sentía feliz y arropada por los míos, ¡que poco duraría aquella felicidad¡


Aquel día, recogimos garbanzos, las manos se me llenaron de llagas, pero no sentía dolor alguno, ni siquiera cansancio al volver ya por la tarde al pueblo.


Mi madre estaba enferma, y tanto mi tía, como mis tíos, no le permitían moverse demasiado, decían que tenia que hacer reposo, la habitación, daba al patio, y desde la ventana veía el pozo y el portón del corral, donde mi tío guardaba las cabras.


Casi todos los días, nos quedábamos las tres solas, mi tita Dolores, mi madre y yo.

Mi tía Pepa, se iba muy temprano a Bailen, por la cuesta la muela, más de 8km, por los olivares, a vender, los productos que iba comprando de casa en casa ,a los hortelanos y cazadores.

Yo aprovechaba el mínimo descuido, de mi tía Dolores, para escaparme a casa de mi tío Juan, allí estaban mis primas y podía jugar con ellas.

No se como lo hacía, pero siempre estaba esmallá, le decía a mi tía Teresa, ¿no te dan de comer? me preguntaba, al ver con las ansias, que deboraba el cucharrillo de aceite y azúcar, es que anoche, cené pájaritos, le contestaba.


Los pájaritos, era una canción que me cantaba mi tía Pepa, todas las noches para dormirme, lo que no le decía, es que antes que nadie se levantara, me llamaba mi tío por la ventana y me preguntaba ¿anoche cenaste pájaritos?, yo respondía que sí, pues sabía, que me esperaba el cubo de leche recién ordeñada, salía corriendo al patio y al pie del pozo, me amorraba al cubo, como, si fuera la primera vez que probaba la leche.

Aquellos días, fueron los más felices de mi vida, pero como todo lo bueno, duraron poco, y con los sucesivos viajes al pueblo, me fueron prohibiendo, mis "escapadas" a comer con mis primas, y decirle a mi tía, que su cocido era el mejor del mundo.


Ya de mayor, sin comprender todavía aquella prohibición, derramé muchas lágrimas, al pasar por su puerta y no poder abrazarlos, claro que, ahora me doy cuenta, que fui yo, quien no tuvo el valor suficiente, para romper aquellas cadenas, creo que fui cobarde.


Pero, ya las cosas pasaron, y por mucho cariño que me han devuelto, a cambio de mi cobardía, no podré recuperar todo lo que perdí.


Por eso digo, que debo ser de otro planeta.



lunes, 24 de agosto de 2009

Mercat de Sta Eulalia

Que lejos está ésta foto, de los recuerdos que guardo del viejo mercado, todas estas tiendas no existían, en su lugar, a las puertas del mercado, que eran cuatro y son , en la de la calle Anselmo clavé, estaba el andaluche, con toda su cacharreria y cazuelas de barro, el de los hilos y en la misma puerta de entrada, la vieja florista, con sus barreños atiborrados de ramos de claveles, y alguna que otra rosa,
El alpargatero, que venía del barrio de la bomba, situado al otro lado de la gran vía, en mitad de los campos, un enorme nucleo d barracas y muy cerquitq, el Melitón, con su enorme huerto de flores,sobre todo lirios blancos, recuerdo ir con mis amigas, a comprar flores en el mes de mayo, para llevarlas al colegio y hacer el altar a María, sobre todo en las Carmelitas, el altar era en el patio, y desde las manos de la Virgen, hasta el pié del altar, salian unas cintas de colores, en ellas una pequeña paloma, con el nombre de cada niña, cada día daban un pequeño paso ascendiendo hacia la imagen.
Todas las palomas subian a pasos agigantados, la mía y dos más, se quedaban quietas, y no es que fueramos malas, nuestro defecto, era ser hijas de los vencidos.
Todo ésto cambió en el Casal, allí no había palomas, solo flores, que entre todas poniamos a los pies de la Santisima Virgen, nada importaba la ideologia de nuestros padres.
Pero hablaba del mercado,, junto a la plazoleta, el estanque, la sorra (arena) en un centro que formaba las esquinas del jardin, poblado de adelfas y suave hierba, más tarde plantarón pequeños árboles y los dos bancos de madera y hierro, uno rente al otro.
En el estanque los peces de colores, que mi vecino Sepi pescaba con cariño, para dejarlos alli, daban un toque especial al pequeño parque, cuántos remojones, no me daria, antes de ponerle la valla metalica y...cuantos palos a consecuencia de ellos, pero eso ya está olvidado y a pesar de todo, esos toques daban, felicidad a mi niñez.
Una infancia, no ,menos dura que la de otros niños, pero si muy infeliz.
con escasamente diez años, aquellos jardines, fueron testigos mudos, de como cuidaba de mi querida Vita, mi madre tenía que trabajar y yo la sacaba cada día al volver de la escuela, con mi chaqueta de angorina, que la señora Rosa tejió con tanto cariño y las llaves colgando de mi cuello en una cinta azul de raso.
Por desgracia, todo aquello no volverá, tan solo en mis recuerdos, que son lo único que me quedó de aquellos años.
Vita, creció y...la "teta" aquella hemana que la cuidó con el mayor cariño, quedó vagando entre la adelfas de la plazoleta, a estas alturas, ni un hola, ni un beso, creo que los agotó todos siendo niña.
Mientras viva, no olvidaré como se aferraba a mis piernas, cuando alguien se le acercaba, ni tampoco ,cuándo ya tenia 8 años, me cargaba con todas las culpas, sbiendo que yo me llevaria los palos, ella...era intocable, nadie nunca le regañó, claro que...todos los desaguisados, los hacía yo.

viernes, 14 de agosto de 2009

Vuelta atrás


Recordar el pasado, sin que este te dañe es difícil, te expones a vivir de nuevo momentos, que mejor quedan olvidados, archivados en la mente sana es imposible.


Yo intento, traer al presente, aquellos que aunque dolorosos, creo tener ya guardados sin temor a que me dañen.


No me fue difícil adaptarme a mi nueva vida, era muy niña, y ya sabemos, que los pequeños son esponjas, absorven todo y eso es lo malo, que no diferencian.


Me bebí rápido todo lo que se me mostraba, en menos de un año, dejé de ser la pequeña andaluza emigrante, para ser una niña más en aquel enjambre de culturas, no tantas como hoy, pero si una gran mezcla de todo el país.


Los tiempos no eran fáciles, a los de fuera, se les reservaban los trabajos, que los autóctonos no querían, pero recuerdo una infancia sin demasiadas privaciones, quizá, porque entonces eramos capaces de conformarnos, con lo que había.


Fui feliz, si la felicidad era el que todos me arropasen, todos menos quien tenía que hacerlo.


Dicen, que todos nacemos con el camino marcado, es posible, pues nunca, por más que lo intenté, pude desviar mis pasos y a veces pienso, falta de voluntad, derrotismo por mi parte, podría ser, pero ya a estas alturas, no quiero hacer un análisis de las circunstancias.


Sacaré lo bueno de aquella etapa, recordaré los momentos felices, que no fueron demasiados e intentaré, en lugar de archivar mi dolor, dejarlo como cimiento, para edificar mi nueva andadura.


Así, con el peso de lo nuevo. quedará guardado y que las nuevas generaciones, lo juzguen, sin que el polvo tape los valores, si es que alguno hubo

miércoles, 5 de agosto de 2009


Me he dado cuenta, que me notificaste tu boda, por obligación, el hecho de ser de la familia, podías quedar muy mal o...podía darse cuenta la gente, del malestar que existe en las hermanas y eso...¡Dios¡ las apariencias.

Pero, nunca viví de ellas, jamás me importaron. lo único que tuvo valor para mí fue la familia, la sangre, algo que a alguno de los que yo quiero no les importó.

Ni el dinero, ni la posición, fueron nunca de vital importancia, sí, un abrazo, un, ¿como estás? marcar un número de teléfono, solo por oír una voz y sentirse reconforta da, será por eso que he quedado como el lastre, como alguien que está ahí, y mejor que no estuviese.

Pero no quiero que nadie se sienta obligado a reconocerme, si no tengo valor por mí misma, es mejor, enterrar todo recuerdo, pasar de largo, algo, que parece se os da muy bien a mi "familia"

¿que pensará el pueblo si me ven con la loca?

Me duele, ser tu tía solo por que lo dicen los papeles, ¿tanto cuesta marcar un número? subir tres calles, para decir ,Hola
Me gustaría entenderos, pero...no puedo, no soy capaz.

Queda tiempo todavía, y nunca se sabe lo que puede ocurrir, la vida es tan imprevisible.

Cuando me llamaste, ¿la primera vez,que lo haces?, hasta mucho después no supe que eras tú, atando cabos y llamando a la persona con la que te confundí, comprendí que me había equivocado, pero a pesar de llamarte por otro nombre, no me rectificas te, estabas muy metida en el papel de quedar bien, duele, duele mucho, pero el tiempo cura heridas y aunque queden las cicatrices, estas no sangran y se llevan mejor.

Quiero que seas feliz, muy feliz, que en especial ese día, te sientas como lo que serás, la protagonista del comienzo de tu futuro, y pido a Dios, que sea el más bello y fructífero que pueda darte.

No seré un vacío, estoy segura, por eso quiero darte desde aquí, ese abrazo que nunca necesitasteís, pero que a mí su falta, siempre me produjo dolor, claro que ya te he dicho, el tiempo cura todas las heridas.

Tú, no eres culpable de nada, si acaso, de no haber querido conocerme y de haber juzgado por ti misma, pero te entiendo.

Sé siempre tú, escucha, pero no prejuzgues mientras no compruebes todos los puntos de una historia, ya sabes...cada uno la contamos a nuestra manera.

miércoles, 29 de julio de 2009

Mi hija


Dicen que la apariéncia, es el fondo del alma, que la cara, es el espejo interior y a través de él, nos reflejamos.
No lo creo.
Veía su carita, era igual que cualquier niña, sus gustos, algunos diferentes, mas, no por ello extravagantes.
A mí, también me gustaron siempre los pantalones, pero no era normal en mi época vestirse con ellos, los camiones y las bicicletas, sobre todo, las bicicletas.
Nada indicaba que estuviese encerrada, en otro yo, ni tampoco que temiese a su exterior.
Pero algo dentro de mí, encendía la alerta.
No fué mayor mi preocupación, no soñé nunca en verla de blanco ante el altar, ni rodeada de mocosos agarrados a sus faltas, entre otras cosas, porque nunca le gustaron las faldas.
Ni sujeta a un hombre, a pesar, de que la recuerdo con catorce años, con su primer regalo de "enamorada" el dino verde.
Algo me decía que ese no era su camino.
Era y es, dulce soñadora, enérgica y de un carácter de truenos, cuándo las cosas no siguen su curso.
Yo era pesada, insistente y a veces, bueno, siempre, vivía en el pasado, siempre lo culpé de mi presente, eso la sacaba de quicio y ahora la entiendo.
Me valía de mis traumas, para defenderme, quizá porque no supe imponerme a un presente que siempre debió ser mio, y a pesar de su juventud, siempre supo estar ahí, aconsejandome sin palabras, ¡lastima¡ que entonces no lo ví.
Siempre luché, pero nunca fuí luchadora, en el fragor de la batalla, rendía mis armas, Ella, no,
No es que siempre lograse lo que se proponía, pero jamas se dió por vencida.
Algo pasaba por su cabeza, algo, que yo no fuí capaz de ver, aún intuyéndolo.
La eduqué fuerte, libre, sabía que sería capaz de forjar su propía vida.
No puedo conocer sus entresijos, pero sí, sentir sus momento de dolor, que no fueron pocos y, no se si estuve a su lado, no sintió mi ayuda, pero estaba allí, orgullosa, de como era y como es.
Feliz cuándo ella lo es y la tristeza me invade, en sus malos momentos.
No es diferente, es...ella, un gran ser humano, que siente el amor, con la misma fuerza que lo sentimos todos, cuándo amamos, o...más, estoy segura.
Porque tiene la fuerza y el corage, de saber lo que quiere, sin importarle,que el resto del mundo la vea diferente.
No es diferente, es única, es...mi hija.

domingo, 26 de julio de 2009

Santa Ana

Sta Ana y San Juan


Controversia, mi nombre

En aquellos años, era costumbre cuándo nacía un niño, poner el nombre de los abuelos, en mi pueblo, cuándo era el primer varón, llevaba el nombre del abuelo paterno y si era mujer el de la abuela, el derecho a la madre era ya en segundo nacimiento.
La primera niña que nació fui yo, así que me correspondía el nombre de mi abuela.
Nadie se ponía de acuerdo, empezando porque mi abuela, quería que me bautizasen con el nombre, de un hijo que desapareció en la guerra, puedo entenderla ahora, pues el chico, cuándo desapareció, era extremadamente joven, se lo llevaron en la famosa “quinta del biberón” y nunca más se supo de él.
Mi tía, que también era mi madrina, quería que llevase su nombre y de no poder ser, que llevase el de mi abuela, como el nombre de mi abuela y el de mi madre, eran el mismo, mi padre, para no ceder sus derechos (en aquellos años, los hombres, se consideraban dueños de la familia) se negó.
Mi abuela por su cuenta, me registró con el nombre de su hijo y mi tía cuándo fue a cristianarme, como se decía por entonces, me puso su nombre.
El nombre no es que fuera feo, pero sí, conllevó durante muchos años, el malestar entre mis padres, que de paso me contagió.
Algunas personas de la familia, quizá para molestar a mi madre, lo pronunciaban con sorna, y acompañándolo de apelativos, que si bien el nombre los llevaba, por haber sido el de un personaje de la historia, a mi lograron hacerme odiarlo.
Todo el mundo acabó llamándome por el diminutivo, sobre todo las veces que bajaba al pueblo, nadie se atrevía a replicarle a mi padre, quizá por conocerlo bien y no querer buscar problemas.
Mi madre, me llamaba nena, hasta que nació mi hermana, que muy al contrario de lo que pensaba mi padre, que ahora cedería a llamarme por el nombre, ella, encontró una formula, Nana, y desde los ocho  años, no pronunció otro, cuándo se dirigía a mí, solo el día que murió, antes de dejarme para siempre, pronunció mi nombre, mi Ana, se grabó en mi alma, para siempre.
Todo el mundo me conocía como Ana Mari, en clase, en el hospital, todos, pero… no en el pueblo
Eso no era un problema para mí, pues no era demasiado duro, que durante algunos días y no en demasiados años, me llamasen con el otro nombre.
La cosa cambió, cuándo decidí volver a mi lugar de nacimiento.
Mucha gente, me miró como si fuese un bicho raro, e incluso algunos, me discutieron que me llamase así. Mi familia, la que a mí me importaba, en ningún momento impusieron su criterio, te llamas Ana….perfecto, por lógica, en alguna ocasión, me llamaron de la otra forma, pero nunca, con intención de herirme.

Puede parecer increíble, que un nombre, haga tanto daño a una persona, pero os aseguro que a mí…me lo hizo, quizá en algún momento detalle, las burlas y…todo lo que conllevó en mi infancia

Desde hace cuarenta y cinco años, tal día como hoy es mi santo y ojala y lo sea muchos años más, pero eso, no puedo yo decidirlo.

sábado, 25 de julio de 2009

Marzo 1957


Allí en aquella lúgubre trastienda, pues mi nueva casa no era otra cosa, que una trastienda, con habitaciones, iban a transcurrir los años de mi infancia y mi adolescencia, también allí nacería mi hermana.

No tendría más de ocho años, aquel domingo de marzo, había amanecido soleado, mi tía y mi prima, hacia ya días que llegaron del pueblo, mi madre no tenía más que a ellas, claro que, no por falta de familia, ahora con los años, me doy cuenta que era por su orgullo, en eso, las dos nos parecemos, aunque no se si yo, habría sido capaz de prescindir de mis hermanos, por defender a quien no se lo merecía, pero...eso ya es harina de otro saco y mejor dejarlo enterrado, algunos recuerdos, solo traen amarguras y la vida es corta para no disfrutarla.

Volviendo al tres de marzo, después de comer, mi prima empezó a encontrarse mal y mi madre llamó al médico, la Doctora, le recetó algo y tuvieron que ir a la farmacia de guardia, recuerdo a mi madre alta delgada con aquella enorme barriga, no perdió su esbeltez a pesar del embarazo. Por entonces, en las farmacias tenían una cajita con cristal en la puerta, anunciando las que estaban de guardia, solo tuvo que subir la calle, en la esquina con la carretera, estaba la del Señor Antonio, el Turmo, como se le conocía en el barrio.

Estaba de guardia, la de la calle Igualdad, no es que estuviese lejos, pero para mi madreen su estado, le pareció kilométrica la distancia.

A las cuatro, bajó mi "mamaica" era mi vecina, desde siempre la llamé así, hasta que perdí su pista hace ya cuatro años, contaba ya con noventa años, y estaba tan ágil como yo la recordaba.

Mi tía, que era algo mandona, le pidió que se me llevara a su casa, parecía que la llegada de la cigüeña era inminente y claro, que hacía allí una mocosa, no sabía ella, que yo no me chupaba el dedo.

Nos subimos las dos a su casa, Mariona, había salido con su novio y Paquita, por aquel entonces estaba en el hospital de San Pablo, oía comentar, que estaba enferma del pecho, pero yo cuándo subíamos a verla, la veía guapísima.

Margarita, que era el nombre de mi "mamaica", intentaba distraerme, decía que aquella noche, la cigüeña había estado rondando por mi terrado, así que seguro que muy pronto tendría un hermanito o hermanita, yo asentía con la cabeza, pero para mí, pensaba, que se creerán que no se que mi madre tiene un niño en la barriga, claro que eso, no podía decirlo y menos delante de mi padre.

Cuándo subía a su casa, me gustaba jugar en la habitación de Paquita, tenía muchas cosas menudas, casitas de muñecas, y libros, sobre todo cuentos, que a mí ya por entonces, me apasionaban.

Desde el balcón, oí hablar a mi padre, que llegaba corriendo casi que empujando a la Latre, la Latre era la señora Antonia, la comadrona, llevaba una enorme pamela y unos largos y blancos guantes, venía de un bautizo.

A los pocos minutos, desde la galería, se oyeron unos llantos de bebé, grité, mamaicaaaaaaa, que ya, que ya, que Yaa...qué, me preguntó, que ya ha...que ya mi madre, me hice un lío, no me atrevía a decir, que ya ha parido y acabé diciendo que ya se fue la cigüeña y dejó el paquete.

Parece que estoy viendo la cara de Margarita, intentando que no se le notara la risa, vamos "botazas" me dijo, que se creen que eres tonta, y bajamos a ver que pasaba.


Allí, en la cama, estaban mi madre y la niña, me dijo, ven nana, mira tu hermanita, me acerqué despacio, como si lo que me quería enseñar mi madre, fuese algo raro y...!por Dios, que la lié bien¡

! Mama, que cosa más fea¡ fueron mis primeras palabras, mi madre se echó a reír y no quiero recordar la cara de mi padre, pero la verdad, es que la niña era fea con ganas.

Poco tiempo pasó, para que la viera, como la niña más bonita del mundo, y no me separaba de ella para nada, mi madre se iba muy temprano a trabajar a las cinco de la mañana, y allí estaba yo, al lado de su cuna, vigilante, por si me necesitaba, fui su sombra hasta que...la vida y las circunstancias, cortaron aquel cordón que nos unía.

viernes, 24 de julio de 2009

Los padres, espejo para los hijos



Dicen que los padres, somos el espejo en que nuestros hijos se reflejan, no estoy de acuerdo.



A mis cincuenta y pico, que puede ser de gorrión o, de ciegüeña, son mis hijas mi modelo a seguir, es posible que algo hayan aprendido de mí, pero...si echo la vista atrás y me veo en mi juventud, en esos momentos me gustaría "regresar" y ser como son ellas, tener esa fuerza de caracter, esa entereza para sortear obstaculos, no añoro el cariño que me tienen, mi madre para mí también fue especial, pero...quizá sí, fui algo debil ante las circunstancias, o quizá...sea que yo intento no aprovecharme de ese cariño que me tienen.



Todas las madres dirán lo mismo, pero para mí, lo mejor que me ha pasado en la vida, son mis hijos y si quiero ser sincera, a pesar de que daría la vida por cada uno, mis niñas, son...mis niñas.



Escribiendo esto, la cara de mis hijos, se me dibuja en el papel, y...cada una de sus travesuras de niño, cada gesto que han tenido conmigo de mayores, en definitiva, cada momento de su vida.



No habré sido espejo para ellos, pero yo creo que algo de mí, tiene cada uno, aunque a veces pienso, éste, solo ha sacado los genes malos.



Doy gracias a Dios, por darme cuatro personas maravillosas, mis hijos.

martes, 21 de julio de 2009

el carrilet


En los años en que yo llegué a Barcelona, el edificio de la izquierda, era un inmenso campo de coles y otras hortalizas, en frente la fábrica de Can pareto y la de hielo.
El paso a nivel de la calle Comercio, fué escenario de multiples accidentes, por su precariedad, pues estaba en medio de la ciudad y solo lo contenían unas debiles barreras de madera, con el paso de los años, las perfeccionaron, añadiendoles como una malla de hierro que llegaba al suelo, aunque eso no impedia que la gente pasase y los accidentes, se sucedieran a casi a más de tres por mes,.
Recuerdo los dos últimos, ya tenía mi hijo mayor 13 años, en el paso de Veintiseis de Enero, ahora calle Catelao, a una señora de unos 60 años, que por cierto vivía justo delante de la vía, la arroyó el tren, ante la impotente mirada de su hija, que esperaba asomada al balcón a que llegase.
el otro, serián las 8 de la noche las barreras de la calle Comercio hacía unos segundos que habian bajado, cuándo la madre de una amiga de mis hijas, con las prisas de no llegar tarde al trabajo, se arriesgó, creyendo que el tren tardaría en aparecer, pues no se veía, no se dió cuenta que por la otra parte llegaba uno y por más que quiso correr, se encontró de pronto entre el que no había visto y el que llegaba justo por la otra parte.
Aquello fué dantesco, yo, que estaba tan acostumbrada por mi trabajo a ver la muerte de cerca, pasé meses sin poder olvidar la escena, gracias a Dios, a los pocos años, lo subterraron, ahora es una hermosa avenida.

jueves, 16 de julio de 2009

Nuestra Señora del Carmen, la Virgen del Mar


Virgen Santa de la Mar,


patrona del marinero,


a tus pies vengo a postrar,


el amor que yo te tengo,




Tú eres la Reina y Señora,


de mis playas Soberana,


que con tu manto proteges,


el Mar, la pesca y las barcas.




Y a todos los pescadores,


les envias tu templanza.


¡Salve Virgen Marinera¡


patrona de nuestras almas.

Mis Maestras


Dos fueron las Hermanas, que hicieron mella en mí, la primera inculcó en mi espíritu, la fuerza y el valor para seguir siempre adelante, me decía; no tengas nunca miedo, caerse es normal, lo dificil es saber levantarse, y para eso solo has de pensar que no estás sola, La Santa Virgen siempre está contigo.


Yo era muy rebelde en aquella época, bueno...en aquella y...siempre.


Le contestaba, pués...yo no la veo, siempre estoy sola.


¡Cuánta paciéncia tuvo conmigo¡ pero...¡lo consiguió¡


Nunca olvidaré los dos últimos cursos de primaria, ella me animó a presentarme al certamen de Suphosse Platino, y que orgullosa estaba cuándo gané el 2º premio.


No dejes de escribir mi querida nana, solía decirme, eres especial.


Muchos años después, supe que ya no era Religiosa, me alegré , porque siempre he creído que se puede servir a Dios,en cualquier estado y estoy segura que ella no dejará de hacerlo.


La segunda, fué tan especial como la primera, nunca la olvidaré, a ninguna, ya que fueron las que forjaron mi forma de ser, mi caracter, del que a pesar de todo me siento orgullosa.


La que tuve en Bachillerato, tampoco la olvido, pero...los recuerdos no son todo lo agradables que quisiera y no porque fuese mala, pero no supo entenderme nunca, yo siempre decía que estaba amargada.


Yo no era la única en pensar así, pues de las pocas alumnas del curso, creo que ninguna le tenía cariño.


Recuerdo anecdotas de aquel curso, pero la que más, un día en que nos pidió los deberes y la mitad no los habían hecho, amenazó con castigarnos en la sala de costura, era una clase que dedicaban, para enseñar a las madres a coser, allí habia una Inmaculada, una talla preciosa, pero tenía los brazos en señal de oración casi sacandolos del cuerpo, esto viene a colación de lo que sigue.


al oir que iba a castigar a quien no presentara los trabajos, escondí mi libreta y dije que tampoco los había hecho, se extrañó, pero tampoco insistió en saber si era cierto.


al acabar las clases de la mañana, nos mandó a todas al aula de las madres, estaba justo al lado de donde vivían las Hermanas.


la primera media hora, todo bien, pero...ya era la una y media y teníamos hambre, empezamos a impacientarnos, Rosa (no es el nombre real) empezó a golpear la puerta al grito de...¡monjassssssssss que tenemos hambreeeee¡


nadie respondió, ella daba vueltas por la sala, gritando, "qu'em pixú", monjasssss abrir que me meooooooooo, todas la coreabamos y el escandolo fue de época.


Al ver que no podía salir, llamó a Lidia (tampoco es su nombre) para que le ayudase a ponerle a la Virgen por encima de los brazos la chaqueta, con el fin de taparle la cara, ésta le ayudó extrañada, pues no tenía idea de que iba a hacer, Rosa después de tapar casi el rostro de la Inmaculada, cogió el jarron que había a sus pies, sacó las flores, abrió la ventana y tiró el agua al patio, y allí mismo se agachó y...ya podeís imaginaros, volvió a colocar las flores, que por la tarde, cuándo la hermana Amparo llegó para dar sus clases, encontró mustias y mal olientes.


Pero por más que intentó la Hermana Julia, saber quien había sido no lo consiguió y creo que aunque leyese este blog, tampoco lo averiguaria.

Ambulatorio de la plaza Española

Tenía escasamente dieciséis años, mi madre tenía una amiga que era enfermera en la seguridad social, Conxita, trabajaba en la plaza española, en el ambulatorio.


Yo siempre decía que quería ser comadrona, pero, ya para hacer el bachillerato, tanto a mi madre como a mí, nos costó sangre sudor y lágrimas y nunca mejor utilizada la frase.


El colegio costaba 150ptas al mes, a eso se le añadía que Vita, mi hermana, iba a la guardería y más tarde a parvulos, la cantidad al mes se incrementaba en casi 300 ptas, que teníamos que sacar, de los extras, como mi madre llamaba a quedarnos las dos, cosiendo ella y recortando los embozos de las sábanas yo, hasta altas horas de la noche, los sábados y los domingos, como no teníamos "cargo" así llamaba mi madre, a que mi padre estuviese en casa, y no porque quisiera decir que era una carga, sino más bien, porque él nunca estuvo de acuerdo en que hiciésemos trabajos extras, claro que... no lo estaba porque el dinero se dedicaba a mis estudios, no se porque, le molestaba tanto que yo estudiase, nunca lo entendí, menos cuándo, cada vez que conseguía algo, se enorgullecía delante de sus amigos, en casa no desde luego.


Por eso, cuándo Conxita le dijo a mi madre,Isabel, tu crees que nana,sería capaz de sustituirme un tiempo en el trabajo, mi madre vio la mayor oportunidad de mi vida, encontró que se me abría un camino a mis ilusiones y claro está, no dudo en decirle, sí claro, como no va a ser capaz, ya sabes tú como es nana, vale para un roto y para un descosido, esa frase siempre la tenía en la boca, cuándo hablaba de mí, esa y...mi nana, lo que se pone, lo hace como nadie.


No me lo decía, pero para ella, yo era , lo que ella hubiese querido ser, fuerte, decidida, capaz de plantar cara cuándo la ocasión lo requería, sin miedo a nada ni a nadie.


No se daba cuenta que era su vivo retrato, que si no temía a nada, era porque detrás estaba mi madre,y eso, era un muro que me resguardaba.


De la forma más tonta, empecé a trabajar de auxiliar de enfermería, en aquel ambulatorio, en dos meses, compaginaba mis prácticas de primero de ATS, en el Hospital de la Esperanza, que entonces empezaba a especializarse en geriatría, pero...no todo fueron flores, para poder estudiar, las prácticas, en lugar de dos horas como hacían las de la escuela de Sta Madrona, yo entraba a las seis de la mañana hasta las dos de la tarde, naturalmente, cobrando un sueldo de 3000ptas.


A las tres de la tarde empezaba mi trabajo en el ambulatorio, hasta las nueve de la noche y pensareis...¿a que horas iba a clase?. la escuela nocturna Del Niño Jesús, empezaba a las siete.


Me había ganado el cariño de mis compañeras, tanto enfermeras, como auxiliares y del personal del centro, la que más cerca estaba de mi edad tenía 27 años.


Nunca olvidaré a Rosa a Faustina a su hermana la Subjefa de enfermeras y como no, a María Luisa mi querida jefa, entre todos hacían posible, que cumpliese con mi trabajo y pudiera asistir a clase.


Los médicos, tenían las visitas de dos horas y de uno a otro siempre había una hora de intervalo, de manera que, las consultas estaban ocupadas a todas horas, pero ni con los mismos doctores ni enfermeras, ellas se lo montaban para que yo pasase consulta, seguido, o sea, sin descansar la hora, y así a las 6'30, echaba a correr hasta el puente de la torrassa, para coger el metro e intentar llegar a las siete, tenía que hacer transbordo en Cataluña, por lo que nunca llegaba a tiempo, pero yo me las arreglaba, para que lo que me había perdido, luego me lo explicasen mis compañeras, o, el médico que mejor me caía, el Doctor Turó, un magnifico cirujano, todos me caían bien, pero este era especial, quizá porque lo veía mayor y porque me trataba como si fuese algo suyo, con aquel respeto, tan característico en él para con todos.


Ya hablaré de Rafa, estaba de conserje y era el encargado de recoger en una hoja, las firmas de cuándo entrabamos y cuándo salíamos, se las ingeniaba, para que nadie supiera que me iba antes de mi hora, tú firma, me decía, la hora la pongo yo luego, nunca se le olvidó.

miércoles, 15 de julio de 2009

1952, ¿postguerra?






Hacía diez años que terminó la contienda y los problemas, lejos de haberse acabado, parecía que no iban a solucionarse nunca.



¿De que les había servido tres años de lucha? las cosas no habian mejorado, el pobre era ahora más pobre y el rico, era el "Señor" de todo, se habia retrocedido, sobre todo en los pequeños nucleos de población y más agudizado en los pueblos de Andalúcia y Extremadura.



En aquellos años, la emigración a las grandes ciudades, se sucedia en masas, tanto, que en Barcelona, esperaban los trenes que llegaban del Sur, y a todos aquellos que no los estaban esperando, se los llevaban a "Misiones", enormes pabellones, situados en la montaña de Montuich, y despues de 15 días hacinados y acabando con los pocos víveres que trajeron, los metían en un vagón y...de vuelta a sus origenes.



Barcelona era por entonces una ciudad en la que la industria textil, avanzaba a pasos de gigante, necesitaba mano de obra,pero...el hambre y la necesidad hacía que llegasen más manos de las necesarias.



Mis padres tuvieron la gran suerte, de que mi tío llevase ya muchos años en la Ciudad, "mis abuelos" de los que ya os hablaré, eran ya catalanes, digo ya, porque mi abuela llegó desde Galicia, pero el abuelo era de Barcelona.



A mi "Vita"


Recuerdo con nostalgia no marchita

aquella plazoleta de mi barrio,

los veranos, los días de diario

y aquel aroma a rosa en santa rita.

El estanque con peces de colores,

la arena en la que hacíamos castillos,

la rojez por el roce en mis nudillos

que nunca percibía sus dolores.

Luego llegaste tú, como una rosa

y embriagaste de aroma mis sentidos,

de mi mano escuchaste los sonidos

conociendo la vida cautelosa.

Fueron años de lucha intermitente,

por borrar un pasado y una historia

y por dejar tan solo en tu memoria,

el amor a la vida y a tu gente.

Se quedaron atrás todos mis sueños,

Creciste sin amparo ni presente

olvidaste mi amor que permanente,

se mantuvo al compás de tus antojos.

De los felices días de verano

no queda ni pasado ni futuro,

alzaste en nuestras vidas ese muro,

que debieron imponerte como humano.

Nana para las guerras

Duerme duerme mi niño, duerme rapaz,
que a todas horas, tu madre está.
Se ha dormido mi niño
y su madre en paz lo vela,
éste es el rey de mi casa,
la lumbre de mi candela.
Mientras lava su ropita,
la madre sueña en los días,
que le esperan al chiquillo,
en ésta vida sombría.
Y piensa que mientras ella,
vele sus sueños gozosa,
para el niño solo habrá,
un jardín lleno de rosas.
Mas le invade la tristeza,
cuándo ve la realidad,
que en este mundo las guerras,
nunca tienen que acabar.
Duerme mi niño, duerme en tu cuna,
que allá en el cielo vela la luna.
Mañana será otro día
y el sol nos saldrá de nuevo,
si luchamos con denura
seguro se acaba el juego.
Habrá en el mundo ternura,
paz y amor en los hogares,
y en mi corazón de madre
no habrá penas ni pesares.
Duermete niño, duerme mi amor,
que hoy en mi pecho te acuno yo.

lunes, 13 de julio de 2009

Escuelas del Ave Maria, Casal dels Angels






Despues de haber pasado por dos colegios privados y por mi inquietud en cursar estudios de Bachillerato, con trece años, pasé al Casal, regentado por Hermanas Avemarianas y construido gracias al tesón y empeño, de mi muy querido y añorado parroco Mossen Joan Bonet, hice dos cursos de primaria en el último, participé en un certamen de relatos, a nivel de toda España, patrocinado por la Firma Suphosse platino, quedé en 2º lugar, mi narrativa fué sobre la amistad.




Ya iba a cumplir 14 años y mi padre pensaba, que sería mejor que dejase el colegio al erminar primaria.




El tesón de mi madre y todos mis esfuerzos, permitieron que aquel verano,despues de trabajar 8 horas al día, asistiera a clases particulares, m preparé y me presenté a las pruebas de ingreso, que superé con matricula.




¡Lo conseguí¡ ya estaba en bachillerato

El Metro, un "tren" al que pronto me acostumbraria



Mi primer viaje en metro, fué a los pocos días de llegar a Barcelona, una sola parada separaba mi barrio de la ciudad , llegando a la Bordeta, en la Riera Blanca, la mitad de la calle pertenecia a hospitalet la otra...era Barcelona.


Recuerdo que en la esquina de la Bordeta, estaban els Burots (fielato) a pocos pasos la recien construidad Parroquia de Sant Isidre, alló en las aulas construidas en el patio parroquial, pasaría los mejores años de mi vida

domingo, 12 de julio de 2009

Antes de seguir...


quiero mostraros mi otro mar, mis raices donde empieza mi mar de olivos, por eso...Entre dos Mares.

Octubre 1952, Destino...Barcelona




Dicen que cuándo somos mayores, no somos capaces de recordar nuestra más tierna infancia.


Yo la recuerdo casi como si la viviese de nuevo:


No había cumplido los cuatro años, cuándo realicé el viaje más largo, para mí duró una eternidad.


Un viejo tren con vagones de madera, la humeante chimenea dejaba atrás una estela opaca, como si quisiera borrar el paisaje.


Dos días y una noche duró la odiséa, entre maletas de madera atadas con cuerdas, cestos abarrotados de viandas y...hasta pollos vivos, que se encargaron de amenizar el viaje.


¡Que cambio¡ la estación era enorme, grandes y altos ventanales, por los que la luz se hacía camino, nunca había visto tantos trenes juntos, bueno...de hecho era la primera vez que veía uno.


Todo mi equipaje era el viejo ropón de mi abuelo, que hizo que el largo trayecto me resultase más agradable, nadie logró quitarmelo de las manos, era lo único que me recordaba lo que se quedaba atrás.



En la vieja "pava" cargarón los bultos,

atrás se quedaban, dichas y disgustos.


enfiló el camino, hacía el "pozo nuevo",

se estrecha la senda hacía el cementerio.


¡Un último adiós, un último sueño¡


Carretera adelante, siguiendo el sendero,

estrecha su alma, en su chico cuerpo.


La campana suena, el tren va llegando,

humo del carbón, al aire volando.


De vieja madera,asientos sellados,

duros como piedras, RENFE, en sus respaldos,

el sabor añejo y el cacareo opaco,

de pollos y ocas, cubiertos con trapos,

su traqueteo lento, deprisa en los llanos.

Dos días y una noche, rápido han pasado.

Enormes andenes de hierro colado,

ventanales lúcidos, de cristal marcados

de café con leche, que otros han tomado.


llegarón con los fríos del invierno,

se acabó la alegría,

se durmieron los sueños.


De la vieja cocina, del fuego y del humero,

con las trevedes puestas y en un lado el puchero,

se recuerda la niña, mientras lia su cuerpo,

sobre la mecedora, con ropón del abuelo.


¿Donde está mi "azulica"

¿done a ido "triguero?

¡se acabó aquella vida¡

hoy...se empieza de nuevo,

y en el tren de madera...

se quedaron sus sueños.