domingo, 26 de julio de 2009

Santa Ana

Sta Ana y San Juan


Controversia, mi nombre

En aquellos años, era costumbre cuándo nacía un niño, poner el nombre de los abuelos, en mi pueblo, cuándo era el primer varón, llevaba el nombre del abuelo paterno y si era mujer el de la abuela, el derecho a la madre era ya en segundo nacimiento.
La primera niña que nació fui yo, así que me correspondía el nombre de mi abuela.
Nadie se ponía de acuerdo, empezando porque mi abuela, quería que me bautizasen con el nombre, de un hijo que desapareció en la guerra, puedo entenderla ahora, pues el chico, cuándo desapareció, era extremadamente joven, se lo llevaron en la famosa “quinta del biberón” y nunca más se supo de él.
Mi tía, que también era mi madrina, quería que llevase su nombre y de no poder ser, que llevase el de mi abuela, como el nombre de mi abuela y el de mi madre, eran el mismo, mi padre, para no ceder sus derechos (en aquellos años, los hombres, se consideraban dueños de la familia) se negó.
Mi abuela por su cuenta, me registró con el nombre de su hijo y mi tía cuándo fue a cristianarme, como se decía por entonces, me puso su nombre.
El nombre no es que fuera feo, pero sí, conllevó durante muchos años, el malestar entre mis padres, que de paso me contagió.
Algunas personas de la familia, quizá para molestar a mi madre, lo pronunciaban con sorna, y acompañándolo de apelativos, que si bien el nombre los llevaba, por haber sido el de un personaje de la historia, a mi lograron hacerme odiarlo.
Todo el mundo acabó llamándome por el diminutivo, sobre todo las veces que bajaba al pueblo, nadie se atrevía a replicarle a mi padre, quizá por conocerlo bien y no querer buscar problemas.
Mi madre, me llamaba nena, hasta que nació mi hermana, que muy al contrario de lo que pensaba mi padre, que ahora cedería a llamarme por el nombre, ella, encontró una formula, Nana, y desde los ocho  años, no pronunció otro, cuándo se dirigía a mí, solo el día que murió, antes de dejarme para siempre, pronunció mi nombre, mi Ana, se grabó en mi alma, para siempre.
Todo el mundo me conocía como Ana Mari, en clase, en el hospital, todos, pero… no en el pueblo
Eso no era un problema para mí, pues no era demasiado duro, que durante algunos días y no en demasiados años, me llamasen con el otro nombre.
La cosa cambió, cuándo decidí volver a mi lugar de nacimiento.
Mucha gente, me miró como si fuese un bicho raro, e incluso algunos, me discutieron que me llamase así. Mi familia, la que a mí me importaba, en ningún momento impusieron su criterio, te llamas Ana….perfecto, por lógica, en alguna ocasión, me llamaron de la otra forma, pero nunca, con intención de herirme.

Puede parecer increíble, que un nombre, haga tanto daño a una persona, pero os aseguro que a mí…me lo hizo, quizá en algún momento detalle, las burlas y…todo lo que conllevó en mi infancia

Desde hace cuarenta y cinco años, tal día como hoy es mi santo y ojala y lo sea muchos años más, pero eso, no puedo yo decidirlo.

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