Recordar el pasado, sin que este te dañe es difícil, te expones a vivir de nuevo momentos, que mejor quedan olvidados, archivados en la mente sana es imposible.
Yo intento, traer al presente, aquellos que aunque dolorosos, creo tener ya guardados sin temor a que me dañen.
No me fue difícil adaptarme a mi nueva vida, era muy niña, y ya sabemos, que los pequeños son esponjas, absorven todo y eso es lo malo, que no diferencian.
Me bebí rápido todo lo que se me mostraba, en menos de un año, dejé de ser la pequeña andaluza emigrante, para ser una niña más en aquel enjambre de culturas, no tantas como hoy, pero si una gran mezcla de todo el país.
Los tiempos no eran fáciles, a los de fuera, se les reservaban los trabajos, que los autóctonos no querían, pero recuerdo una infancia sin demasiadas privaciones, quizá, porque entonces eramos capaces de conformarnos, con lo que había.
Fui feliz, si la felicidad era el que todos me arropasen, todos menos quien tenía que hacerlo.
Dicen, que todos nacemos con el camino marcado, es posible, pues nunca, por más que lo intenté, pude desviar mis pasos y a veces pienso, falta de voluntad, derrotismo por mi parte, podría ser, pero ya a estas alturas, no quiero hacer un análisis de las circunstancias.
Sacaré lo bueno de aquella etapa, recordaré los momentos felices, que no fueron demasiados e intentaré, en lugar de archivar mi dolor, dejarlo como cimiento, para edificar mi nueva andadura.
Así, con el peso de lo nuevo. quedará guardado y que las nuevas generaciones, lo juzguen, sin que el polvo tape los valores, si es que alguno hubo
No hay comentarios:
Publicar un comentario