miércoles, 29 de julio de 2009

Mi hija


Dicen que la apariéncia, es el fondo del alma, que la cara, es el espejo interior y a través de él, nos reflejamos.
No lo creo.
Veía su carita, era igual que cualquier niña, sus gustos, algunos diferentes, mas, no por ello extravagantes.
A mí, también me gustaron siempre los pantalones, pero no era normal en mi época vestirse con ellos, los camiones y las bicicletas, sobre todo, las bicicletas.
Nada indicaba que estuviese encerrada, en otro yo, ni tampoco que temiese a su exterior.
Pero algo dentro de mí, encendía la alerta.
No fué mayor mi preocupación, no soñé nunca en verla de blanco ante el altar, ni rodeada de mocosos agarrados a sus faltas, entre otras cosas, porque nunca le gustaron las faldas.
Ni sujeta a un hombre, a pesar, de que la recuerdo con catorce años, con su primer regalo de "enamorada" el dino verde.
Algo me decía que ese no era su camino.
Era y es, dulce soñadora, enérgica y de un carácter de truenos, cuándo las cosas no siguen su curso.
Yo era pesada, insistente y a veces, bueno, siempre, vivía en el pasado, siempre lo culpé de mi presente, eso la sacaba de quicio y ahora la entiendo.
Me valía de mis traumas, para defenderme, quizá porque no supe imponerme a un presente que siempre debió ser mio, y a pesar de su juventud, siempre supo estar ahí, aconsejandome sin palabras, ¡lastima¡ que entonces no lo ví.
Siempre luché, pero nunca fuí luchadora, en el fragor de la batalla, rendía mis armas, Ella, no,
No es que siempre lograse lo que se proponía, pero jamas se dió por vencida.
Algo pasaba por su cabeza, algo, que yo no fuí capaz de ver, aún intuyéndolo.
La eduqué fuerte, libre, sabía que sería capaz de forjar su propía vida.
No puedo conocer sus entresijos, pero sí, sentir sus momento de dolor, que no fueron pocos y, no se si estuve a su lado, no sintió mi ayuda, pero estaba allí, orgullosa, de como era y como es.
Feliz cuándo ella lo es y la tristeza me invade, en sus malos momentos.
No es diferente, es...ella, un gran ser humano, que siente el amor, con la misma fuerza que lo sentimos todos, cuándo amamos, o...más, estoy segura.
Porque tiene la fuerza y el corage, de saber lo que quiere, sin importarle,que el resto del mundo la vea diferente.
No es diferente, es única, es...mi hija.

domingo, 26 de julio de 2009

Santa Ana

Sta Ana y San Juan


Controversia, mi nombre

En aquellos años, era costumbre cuándo nacía un niño, poner el nombre de los abuelos, en mi pueblo, cuándo era el primer varón, llevaba el nombre del abuelo paterno y si era mujer el de la abuela, el derecho a la madre era ya en segundo nacimiento.
La primera niña que nació fui yo, así que me correspondía el nombre de mi abuela.
Nadie se ponía de acuerdo, empezando porque mi abuela, quería que me bautizasen con el nombre, de un hijo que desapareció en la guerra, puedo entenderla ahora, pues el chico, cuándo desapareció, era extremadamente joven, se lo llevaron en la famosa “quinta del biberón” y nunca más se supo de él.
Mi tía, que también era mi madrina, quería que llevase su nombre y de no poder ser, que llevase el de mi abuela, como el nombre de mi abuela y el de mi madre, eran el mismo, mi padre, para no ceder sus derechos (en aquellos años, los hombres, se consideraban dueños de la familia) se negó.
Mi abuela por su cuenta, me registró con el nombre de su hijo y mi tía cuándo fue a cristianarme, como se decía por entonces, me puso su nombre.
El nombre no es que fuera feo, pero sí, conllevó durante muchos años, el malestar entre mis padres, que de paso me contagió.
Algunas personas de la familia, quizá para molestar a mi madre, lo pronunciaban con sorna, y acompañándolo de apelativos, que si bien el nombre los llevaba, por haber sido el de un personaje de la historia, a mi lograron hacerme odiarlo.
Todo el mundo acabó llamándome por el diminutivo, sobre todo las veces que bajaba al pueblo, nadie se atrevía a replicarle a mi padre, quizá por conocerlo bien y no querer buscar problemas.
Mi madre, me llamaba nena, hasta que nació mi hermana, que muy al contrario de lo que pensaba mi padre, que ahora cedería a llamarme por el nombre, ella, encontró una formula, Nana, y desde los ocho  años, no pronunció otro, cuándo se dirigía a mí, solo el día que murió, antes de dejarme para siempre, pronunció mi nombre, mi Ana, se grabó en mi alma, para siempre.
Todo el mundo me conocía como Ana Mari, en clase, en el hospital, todos, pero… no en el pueblo
Eso no era un problema para mí, pues no era demasiado duro, que durante algunos días y no en demasiados años, me llamasen con el otro nombre.
La cosa cambió, cuándo decidí volver a mi lugar de nacimiento.
Mucha gente, me miró como si fuese un bicho raro, e incluso algunos, me discutieron que me llamase así. Mi familia, la que a mí me importaba, en ningún momento impusieron su criterio, te llamas Ana….perfecto, por lógica, en alguna ocasión, me llamaron de la otra forma, pero nunca, con intención de herirme.

Puede parecer increíble, que un nombre, haga tanto daño a una persona, pero os aseguro que a mí…me lo hizo, quizá en algún momento detalle, las burlas y…todo lo que conllevó en mi infancia

Desde hace cuarenta y cinco años, tal día como hoy es mi santo y ojala y lo sea muchos años más, pero eso, no puedo yo decidirlo.

sábado, 25 de julio de 2009

Marzo 1957


Allí en aquella lúgubre trastienda, pues mi nueva casa no era otra cosa, que una trastienda, con habitaciones, iban a transcurrir los años de mi infancia y mi adolescencia, también allí nacería mi hermana.

No tendría más de ocho años, aquel domingo de marzo, había amanecido soleado, mi tía y mi prima, hacia ya días que llegaron del pueblo, mi madre no tenía más que a ellas, claro que, no por falta de familia, ahora con los años, me doy cuenta que era por su orgullo, en eso, las dos nos parecemos, aunque no se si yo, habría sido capaz de prescindir de mis hermanos, por defender a quien no se lo merecía, pero...eso ya es harina de otro saco y mejor dejarlo enterrado, algunos recuerdos, solo traen amarguras y la vida es corta para no disfrutarla.

Volviendo al tres de marzo, después de comer, mi prima empezó a encontrarse mal y mi madre llamó al médico, la Doctora, le recetó algo y tuvieron que ir a la farmacia de guardia, recuerdo a mi madre alta delgada con aquella enorme barriga, no perdió su esbeltez a pesar del embarazo. Por entonces, en las farmacias tenían una cajita con cristal en la puerta, anunciando las que estaban de guardia, solo tuvo que subir la calle, en la esquina con la carretera, estaba la del Señor Antonio, el Turmo, como se le conocía en el barrio.

Estaba de guardia, la de la calle Igualdad, no es que estuviese lejos, pero para mi madreen su estado, le pareció kilométrica la distancia.

A las cuatro, bajó mi "mamaica" era mi vecina, desde siempre la llamé así, hasta que perdí su pista hace ya cuatro años, contaba ya con noventa años, y estaba tan ágil como yo la recordaba.

Mi tía, que era algo mandona, le pidió que se me llevara a su casa, parecía que la llegada de la cigüeña era inminente y claro, que hacía allí una mocosa, no sabía ella, que yo no me chupaba el dedo.

Nos subimos las dos a su casa, Mariona, había salido con su novio y Paquita, por aquel entonces estaba en el hospital de San Pablo, oía comentar, que estaba enferma del pecho, pero yo cuándo subíamos a verla, la veía guapísima.

Margarita, que era el nombre de mi "mamaica", intentaba distraerme, decía que aquella noche, la cigüeña había estado rondando por mi terrado, así que seguro que muy pronto tendría un hermanito o hermanita, yo asentía con la cabeza, pero para mí, pensaba, que se creerán que no se que mi madre tiene un niño en la barriga, claro que eso, no podía decirlo y menos delante de mi padre.

Cuándo subía a su casa, me gustaba jugar en la habitación de Paquita, tenía muchas cosas menudas, casitas de muñecas, y libros, sobre todo cuentos, que a mí ya por entonces, me apasionaban.

Desde el balcón, oí hablar a mi padre, que llegaba corriendo casi que empujando a la Latre, la Latre era la señora Antonia, la comadrona, llevaba una enorme pamela y unos largos y blancos guantes, venía de un bautizo.

A los pocos minutos, desde la galería, se oyeron unos llantos de bebé, grité, mamaicaaaaaaa, que ya, que ya, que Yaa...qué, me preguntó, que ya ha...que ya mi madre, me hice un lío, no me atrevía a decir, que ya ha parido y acabé diciendo que ya se fue la cigüeña y dejó el paquete.

Parece que estoy viendo la cara de Margarita, intentando que no se le notara la risa, vamos "botazas" me dijo, que se creen que eres tonta, y bajamos a ver que pasaba.


Allí, en la cama, estaban mi madre y la niña, me dijo, ven nana, mira tu hermanita, me acerqué despacio, como si lo que me quería enseñar mi madre, fuese algo raro y...!por Dios, que la lié bien¡

! Mama, que cosa más fea¡ fueron mis primeras palabras, mi madre se echó a reír y no quiero recordar la cara de mi padre, pero la verdad, es que la niña era fea con ganas.

Poco tiempo pasó, para que la viera, como la niña más bonita del mundo, y no me separaba de ella para nada, mi madre se iba muy temprano a trabajar a las cinco de la mañana, y allí estaba yo, al lado de su cuna, vigilante, por si me necesitaba, fui su sombra hasta que...la vida y las circunstancias, cortaron aquel cordón que nos unía.

viernes, 24 de julio de 2009

Los padres, espejo para los hijos



Dicen que los padres, somos el espejo en que nuestros hijos se reflejan, no estoy de acuerdo.



A mis cincuenta y pico, que puede ser de gorrión o, de ciegüeña, son mis hijas mi modelo a seguir, es posible que algo hayan aprendido de mí, pero...si echo la vista atrás y me veo en mi juventud, en esos momentos me gustaría "regresar" y ser como son ellas, tener esa fuerza de caracter, esa entereza para sortear obstaculos, no añoro el cariño que me tienen, mi madre para mí también fue especial, pero...quizá sí, fui algo debil ante las circunstancias, o quizá...sea que yo intento no aprovecharme de ese cariño que me tienen.



Todas las madres dirán lo mismo, pero para mí, lo mejor que me ha pasado en la vida, son mis hijos y si quiero ser sincera, a pesar de que daría la vida por cada uno, mis niñas, son...mis niñas.



Escribiendo esto, la cara de mis hijos, se me dibuja en el papel, y...cada una de sus travesuras de niño, cada gesto que han tenido conmigo de mayores, en definitiva, cada momento de su vida.



No habré sido espejo para ellos, pero yo creo que algo de mí, tiene cada uno, aunque a veces pienso, éste, solo ha sacado los genes malos.



Doy gracias a Dios, por darme cuatro personas maravillosas, mis hijos.

martes, 21 de julio de 2009

el carrilet


En los años en que yo llegué a Barcelona, el edificio de la izquierda, era un inmenso campo de coles y otras hortalizas, en frente la fábrica de Can pareto y la de hielo.
El paso a nivel de la calle Comercio, fué escenario de multiples accidentes, por su precariedad, pues estaba en medio de la ciudad y solo lo contenían unas debiles barreras de madera, con el paso de los años, las perfeccionaron, añadiendoles como una malla de hierro que llegaba al suelo, aunque eso no impedia que la gente pasase y los accidentes, se sucedieran a casi a más de tres por mes,.
Recuerdo los dos últimos, ya tenía mi hijo mayor 13 años, en el paso de Veintiseis de Enero, ahora calle Catelao, a una señora de unos 60 años, que por cierto vivía justo delante de la vía, la arroyó el tren, ante la impotente mirada de su hija, que esperaba asomada al balcón a que llegase.
el otro, serián las 8 de la noche las barreras de la calle Comercio hacía unos segundos que habian bajado, cuándo la madre de una amiga de mis hijas, con las prisas de no llegar tarde al trabajo, se arriesgó, creyendo que el tren tardaría en aparecer, pues no se veía, no se dió cuenta que por la otra parte llegaba uno y por más que quiso correr, se encontró de pronto entre el que no había visto y el que llegaba justo por la otra parte.
Aquello fué dantesco, yo, que estaba tan acostumbrada por mi trabajo a ver la muerte de cerca, pasé meses sin poder olvidar la escena, gracias a Dios, a los pocos años, lo subterraron, ahora es una hermosa avenida.

jueves, 16 de julio de 2009

Nuestra Señora del Carmen, la Virgen del Mar


Virgen Santa de la Mar,


patrona del marinero,


a tus pies vengo a postrar,


el amor que yo te tengo,




Tú eres la Reina y Señora,


de mis playas Soberana,


que con tu manto proteges,


el Mar, la pesca y las barcas.




Y a todos los pescadores,


les envias tu templanza.


¡Salve Virgen Marinera¡


patrona de nuestras almas.

Mis Maestras


Dos fueron las Hermanas, que hicieron mella en mí, la primera inculcó en mi espíritu, la fuerza y el valor para seguir siempre adelante, me decía; no tengas nunca miedo, caerse es normal, lo dificil es saber levantarse, y para eso solo has de pensar que no estás sola, La Santa Virgen siempre está contigo.


Yo era muy rebelde en aquella época, bueno...en aquella y...siempre.


Le contestaba, pués...yo no la veo, siempre estoy sola.


¡Cuánta paciéncia tuvo conmigo¡ pero...¡lo consiguió¡


Nunca olvidaré los dos últimos cursos de primaria, ella me animó a presentarme al certamen de Suphosse Platino, y que orgullosa estaba cuándo gané el 2º premio.


No dejes de escribir mi querida nana, solía decirme, eres especial.


Muchos años después, supe que ya no era Religiosa, me alegré , porque siempre he creído que se puede servir a Dios,en cualquier estado y estoy segura que ella no dejará de hacerlo.


La segunda, fué tan especial como la primera, nunca la olvidaré, a ninguna, ya que fueron las que forjaron mi forma de ser, mi caracter, del que a pesar de todo me siento orgullosa.


La que tuve en Bachillerato, tampoco la olvido, pero...los recuerdos no son todo lo agradables que quisiera y no porque fuese mala, pero no supo entenderme nunca, yo siempre decía que estaba amargada.


Yo no era la única en pensar así, pues de las pocas alumnas del curso, creo que ninguna le tenía cariño.


Recuerdo anecdotas de aquel curso, pero la que más, un día en que nos pidió los deberes y la mitad no los habían hecho, amenazó con castigarnos en la sala de costura, era una clase que dedicaban, para enseñar a las madres a coser, allí habia una Inmaculada, una talla preciosa, pero tenía los brazos en señal de oración casi sacandolos del cuerpo, esto viene a colación de lo que sigue.


al oir que iba a castigar a quien no presentara los trabajos, escondí mi libreta y dije que tampoco los había hecho, se extrañó, pero tampoco insistió en saber si era cierto.


al acabar las clases de la mañana, nos mandó a todas al aula de las madres, estaba justo al lado de donde vivían las Hermanas.


la primera media hora, todo bien, pero...ya era la una y media y teníamos hambre, empezamos a impacientarnos, Rosa (no es el nombre real) empezó a golpear la puerta al grito de...¡monjassssssssss que tenemos hambreeeee¡


nadie respondió, ella daba vueltas por la sala, gritando, "qu'em pixú", monjasssss abrir que me meooooooooo, todas la coreabamos y el escandolo fue de época.


Al ver que no podía salir, llamó a Lidia (tampoco es su nombre) para que le ayudase a ponerle a la Virgen por encima de los brazos la chaqueta, con el fin de taparle la cara, ésta le ayudó extrañada, pues no tenía idea de que iba a hacer, Rosa después de tapar casi el rostro de la Inmaculada, cogió el jarron que había a sus pies, sacó las flores, abrió la ventana y tiró el agua al patio, y allí mismo se agachó y...ya podeís imaginaros, volvió a colocar las flores, que por la tarde, cuándo la hermana Amparo llegó para dar sus clases, encontró mustias y mal olientes.


Pero por más que intentó la Hermana Julia, saber quien había sido no lo consiguió y creo que aunque leyese este blog, tampoco lo averiguaria.

Ambulatorio de la plaza Española

Tenía escasamente dieciséis años, mi madre tenía una amiga que era enfermera en la seguridad social, Conxita, trabajaba en la plaza española, en el ambulatorio.


Yo siempre decía que quería ser comadrona, pero, ya para hacer el bachillerato, tanto a mi madre como a mí, nos costó sangre sudor y lágrimas y nunca mejor utilizada la frase.


El colegio costaba 150ptas al mes, a eso se le añadía que Vita, mi hermana, iba a la guardería y más tarde a parvulos, la cantidad al mes se incrementaba en casi 300 ptas, que teníamos que sacar, de los extras, como mi madre llamaba a quedarnos las dos, cosiendo ella y recortando los embozos de las sábanas yo, hasta altas horas de la noche, los sábados y los domingos, como no teníamos "cargo" así llamaba mi madre, a que mi padre estuviese en casa, y no porque quisiera decir que era una carga, sino más bien, porque él nunca estuvo de acuerdo en que hiciésemos trabajos extras, claro que... no lo estaba porque el dinero se dedicaba a mis estudios, no se porque, le molestaba tanto que yo estudiase, nunca lo entendí, menos cuándo, cada vez que conseguía algo, se enorgullecía delante de sus amigos, en casa no desde luego.


Por eso, cuándo Conxita le dijo a mi madre,Isabel, tu crees que nana,sería capaz de sustituirme un tiempo en el trabajo, mi madre vio la mayor oportunidad de mi vida, encontró que se me abría un camino a mis ilusiones y claro está, no dudo en decirle, sí claro, como no va a ser capaz, ya sabes tú como es nana, vale para un roto y para un descosido, esa frase siempre la tenía en la boca, cuándo hablaba de mí, esa y...mi nana, lo que se pone, lo hace como nadie.


No me lo decía, pero para ella, yo era , lo que ella hubiese querido ser, fuerte, decidida, capaz de plantar cara cuándo la ocasión lo requería, sin miedo a nada ni a nadie.


No se daba cuenta que era su vivo retrato, que si no temía a nada, era porque detrás estaba mi madre,y eso, era un muro que me resguardaba.


De la forma más tonta, empecé a trabajar de auxiliar de enfermería, en aquel ambulatorio, en dos meses, compaginaba mis prácticas de primero de ATS, en el Hospital de la Esperanza, que entonces empezaba a especializarse en geriatría, pero...no todo fueron flores, para poder estudiar, las prácticas, en lugar de dos horas como hacían las de la escuela de Sta Madrona, yo entraba a las seis de la mañana hasta las dos de la tarde, naturalmente, cobrando un sueldo de 3000ptas.


A las tres de la tarde empezaba mi trabajo en el ambulatorio, hasta las nueve de la noche y pensareis...¿a que horas iba a clase?. la escuela nocturna Del Niño Jesús, empezaba a las siete.


Me había ganado el cariño de mis compañeras, tanto enfermeras, como auxiliares y del personal del centro, la que más cerca estaba de mi edad tenía 27 años.


Nunca olvidaré a Rosa a Faustina a su hermana la Subjefa de enfermeras y como no, a María Luisa mi querida jefa, entre todos hacían posible, que cumpliese con mi trabajo y pudiera asistir a clase.


Los médicos, tenían las visitas de dos horas y de uno a otro siempre había una hora de intervalo, de manera que, las consultas estaban ocupadas a todas horas, pero ni con los mismos doctores ni enfermeras, ellas se lo montaban para que yo pasase consulta, seguido, o sea, sin descansar la hora, y así a las 6'30, echaba a correr hasta el puente de la torrassa, para coger el metro e intentar llegar a las siete, tenía que hacer transbordo en Cataluña, por lo que nunca llegaba a tiempo, pero yo me las arreglaba, para que lo que me había perdido, luego me lo explicasen mis compañeras, o, el médico que mejor me caía, el Doctor Turó, un magnifico cirujano, todos me caían bien, pero este era especial, quizá porque lo veía mayor y porque me trataba como si fuese algo suyo, con aquel respeto, tan característico en él para con todos.


Ya hablaré de Rafa, estaba de conserje y era el encargado de recoger en una hoja, las firmas de cuándo entrabamos y cuándo salíamos, se las ingeniaba, para que nadie supiera que me iba antes de mi hora, tú firma, me decía, la hora la pongo yo luego, nunca se le olvidó.

miércoles, 15 de julio de 2009

1952, ¿postguerra?






Hacía diez años que terminó la contienda y los problemas, lejos de haberse acabado, parecía que no iban a solucionarse nunca.



¿De que les había servido tres años de lucha? las cosas no habian mejorado, el pobre era ahora más pobre y el rico, era el "Señor" de todo, se habia retrocedido, sobre todo en los pequeños nucleos de población y más agudizado en los pueblos de Andalúcia y Extremadura.



En aquellos años, la emigración a las grandes ciudades, se sucedia en masas, tanto, que en Barcelona, esperaban los trenes que llegaban del Sur, y a todos aquellos que no los estaban esperando, se los llevaban a "Misiones", enormes pabellones, situados en la montaña de Montuich, y despues de 15 días hacinados y acabando con los pocos víveres que trajeron, los metían en un vagón y...de vuelta a sus origenes.



Barcelona era por entonces una ciudad en la que la industria textil, avanzaba a pasos de gigante, necesitaba mano de obra,pero...el hambre y la necesidad hacía que llegasen más manos de las necesarias.



Mis padres tuvieron la gran suerte, de que mi tío llevase ya muchos años en la Ciudad, "mis abuelos" de los que ya os hablaré, eran ya catalanes, digo ya, porque mi abuela llegó desde Galicia, pero el abuelo era de Barcelona.



A mi "Vita"


Recuerdo con nostalgia no marchita

aquella plazoleta de mi barrio,

los veranos, los días de diario

y aquel aroma a rosa en santa rita.

El estanque con peces de colores,

la arena en la que hacíamos castillos,

la rojez por el roce en mis nudillos

que nunca percibía sus dolores.

Luego llegaste tú, como una rosa

y embriagaste de aroma mis sentidos,

de mi mano escuchaste los sonidos

conociendo la vida cautelosa.

Fueron años de lucha intermitente,

por borrar un pasado y una historia

y por dejar tan solo en tu memoria,

el amor a la vida y a tu gente.

Se quedaron atrás todos mis sueños,

Creciste sin amparo ni presente

olvidaste mi amor que permanente,

se mantuvo al compás de tus antojos.

De los felices días de verano

no queda ni pasado ni futuro,

alzaste en nuestras vidas ese muro,

que debieron imponerte como humano.

Nana para las guerras

Duerme duerme mi niño, duerme rapaz,
que a todas horas, tu madre está.
Se ha dormido mi niño
y su madre en paz lo vela,
éste es el rey de mi casa,
la lumbre de mi candela.
Mientras lava su ropita,
la madre sueña en los días,
que le esperan al chiquillo,
en ésta vida sombría.
Y piensa que mientras ella,
vele sus sueños gozosa,
para el niño solo habrá,
un jardín lleno de rosas.
Mas le invade la tristeza,
cuándo ve la realidad,
que en este mundo las guerras,
nunca tienen que acabar.
Duerme mi niño, duerme en tu cuna,
que allá en el cielo vela la luna.
Mañana será otro día
y el sol nos saldrá de nuevo,
si luchamos con denura
seguro se acaba el juego.
Habrá en el mundo ternura,
paz y amor en los hogares,
y en mi corazón de madre
no habrá penas ni pesares.
Duermete niño, duerme mi amor,
que hoy en mi pecho te acuno yo.

lunes, 13 de julio de 2009

Escuelas del Ave Maria, Casal dels Angels






Despues de haber pasado por dos colegios privados y por mi inquietud en cursar estudios de Bachillerato, con trece años, pasé al Casal, regentado por Hermanas Avemarianas y construido gracias al tesón y empeño, de mi muy querido y añorado parroco Mossen Joan Bonet, hice dos cursos de primaria en el último, participé en un certamen de relatos, a nivel de toda España, patrocinado por la Firma Suphosse platino, quedé en 2º lugar, mi narrativa fué sobre la amistad.




Ya iba a cumplir 14 años y mi padre pensaba, que sería mejor que dejase el colegio al erminar primaria.




El tesón de mi madre y todos mis esfuerzos, permitieron que aquel verano,despues de trabajar 8 horas al día, asistiera a clases particulares, m preparé y me presenté a las pruebas de ingreso, que superé con matricula.




¡Lo conseguí¡ ya estaba en bachillerato

El Metro, un "tren" al que pronto me acostumbraria



Mi primer viaje en metro, fué a los pocos días de llegar a Barcelona, una sola parada separaba mi barrio de la ciudad , llegando a la Bordeta, en la Riera Blanca, la mitad de la calle pertenecia a hospitalet la otra...era Barcelona.


Recuerdo que en la esquina de la Bordeta, estaban els Burots (fielato) a pocos pasos la recien construidad Parroquia de Sant Isidre, alló en las aulas construidas en el patio parroquial, pasaría los mejores años de mi vida

domingo, 12 de julio de 2009

Antes de seguir...


quiero mostraros mi otro mar, mis raices donde empieza mi mar de olivos, por eso...Entre dos Mares.

Octubre 1952, Destino...Barcelona




Dicen que cuándo somos mayores, no somos capaces de recordar nuestra más tierna infancia.


Yo la recuerdo casi como si la viviese de nuevo:


No había cumplido los cuatro años, cuándo realicé el viaje más largo, para mí duró una eternidad.


Un viejo tren con vagones de madera, la humeante chimenea dejaba atrás una estela opaca, como si quisiera borrar el paisaje.


Dos días y una noche duró la odiséa, entre maletas de madera atadas con cuerdas, cestos abarrotados de viandas y...hasta pollos vivos, que se encargaron de amenizar el viaje.


¡Que cambio¡ la estación era enorme, grandes y altos ventanales, por los que la luz se hacía camino, nunca había visto tantos trenes juntos, bueno...de hecho era la primera vez que veía uno.


Todo mi equipaje era el viejo ropón de mi abuelo, que hizo que el largo trayecto me resultase más agradable, nadie logró quitarmelo de las manos, era lo único que me recordaba lo que se quedaba atrás.



En la vieja "pava" cargarón los bultos,

atrás se quedaban, dichas y disgustos.


enfiló el camino, hacía el "pozo nuevo",

se estrecha la senda hacía el cementerio.


¡Un último adiós, un último sueño¡


Carretera adelante, siguiendo el sendero,

estrecha su alma, en su chico cuerpo.


La campana suena, el tren va llegando,

humo del carbón, al aire volando.


De vieja madera,asientos sellados,

duros como piedras, RENFE, en sus respaldos,

el sabor añejo y el cacareo opaco,

de pollos y ocas, cubiertos con trapos,

su traqueteo lento, deprisa en los llanos.

Dos días y una noche, rápido han pasado.

Enormes andenes de hierro colado,

ventanales lúcidos, de cristal marcados

de café con leche, que otros han tomado.


llegarón con los fríos del invierno,

se acabó la alegría,

se durmieron los sueños.


De la vieja cocina, del fuego y del humero,

con las trevedes puestas y en un lado el puchero,

se recuerda la niña, mientras lia su cuerpo,

sobre la mecedora, con ropón del abuelo.


¿Donde está mi "azulica"

¿done a ido "triguero?

¡se acabó aquella vida¡

hoy...se empieza de nuevo,

y en el tren de madera...

se quedaron sus sueños.